Enemigo Alzheimer:
El otro día pude leer en esta misma revista cómo hacías tu presentación, y, aunque no te faltaba razón, no me pude contener y por eso me he decidido a escribir estas líneas. Así que déjame que te explique algo.
Pudiste borrar los recuerdos de mi madre, pero de momento, no puedes borrar los míos y aunque algún día penetres en mi y me los borres, lo que nunca podrás cambiar es quién fue esta mujer.
Mujer, que en los años 50, luchó contra una enfermedad, que en aquella época fue tan maligna como tu, llamada tuberculosis, que casi la vence, pero con mucho coraje le dijo: «No me voy a morir, no hasta que me case y tenga hijos» y se casó y tuvo 3 hijos, y adoptó uno, y los crió. Hijos que, como tu decías, les estás haciendo mucho daño, pero que con el mismo coraje que ella tuvo en su día, te digo «No podrás vencerme, no conseguirás que deje de quererla, de cuidarla, de que en el tiempo que esté con nosotros ella perciba, de algún modo, que sus hijos están con ella luchando contra ti». En definitiva, no puedes cambiar quien fue mi madre, no puedes borrar ni el amor, ni el cariño que la gente siente hacia ella.
Déjame que te explique enemigo alzheimer, que como yo, somos muchas familias que pensamos lo mismo, déjame que te explique que nos estamos uniendo y, que algún día, tal vez no sea yo, pero alguien, un hijo, un nieto o un biznieto, no sé, alguien te escribirá en esta misma revista una grata despedida.
Esperando que sea muy pronto, me despido de ti, no sin antes a animar a todos tus enemigos que nunca dejen de luchar contra ti.
Publicado: Ene.- Junio. 2002 nº2